Cuando leí esta entrevista a Roger Federer, lo sentí arrogante, injusta, pero enseguida pensé, es Roger, cómo podría hacer lo que hace si eso no fuera cierto?, por otro lado, lo que él diga sobre este deporte es simplemente ley, el tenista más sabio de toda la historia del tenis. Si duerme 12 horas y entrena 8 para deleitarnos con su exquisito juego, elegante, preciso, sin alardes, le creo. Este caballero de capa y espada que entra a la cancha a ganar, siempre a ganar. Es cierto que un partido de tenis es sólo un partido de tenis, pero a veces, se puede retratar la vida de un ser humano en lo que dura un partido.
Así amo yo también el tenis, despertándome a las 5 de la mañana para apoyar a Jaime y a Patricio, disfrutar la melena y el juego a dos manos del biónico, seguir de cerca al Belus.
Sufrí la carrera del Chino, desde que partió, pero congratularme por ser testigo de ver a un jugador así, que nos metió al tenis mundial…me daba por pagados todos mis sufrimientos.
Estábamos en eso cuando apareció la dupla de oro, los bi-campeones mundiales. Cómo lloraba ese día al verlos, uno al lado del otro recibiendo en lo más alto del podio, sus tan, pero tan merecidas medallas de oro, si fue hasta místico… jeje, el Nico parecía Jesús. Aquella vez lo único que calmó mi emoción, fue agarrar a mi hijo y a mi sobrino, que en silencio me veían llorar frente al televisor, sin entender mucho por qué y yo les decía, pasarán 50 años y esto quizá no lo volveré a ver, tomamos la bandera chilena, una raqueta, lo que fuera tenístico y partimos a la Plaza Italia. Solo los saltos y los abrazos con gente desconocida pudieron con mi emoción y decir, listo, ahora me iré a mi casa a descansar con esta tremenda satisfacción… así estuve, casi una semana llorando por estos cabros, por la alegría que me dieron.
El Nico está ahí con todos esos inmensos recuerdos, el Feña, sigue 11 del mundo y hoy jugando una vez más el Abierto de Chile.
Anoche fuimos al debut del Bombardero de la Reina, anoche no podía creer que estaba ahí…. anoche tampoco podía creer todo lo que nosotros, en este caso los sufridos hinchas del tenis, pasamos.
Pagamos el peaje de ida a Chicureo, un largo viaje un poco a ciegas hasta llegar a los estacionamientos, pueden creer que quedaban tan lejos de la cancha que pusieron buses de acercamiento?, y peor aún, costaban 3 mil pesos ¡!!!, improvisados, de tierra, pintados con cal. No lo podíamos creer, después de casi 45 minutos de todo ese trámite, estábamos viendo por fin un poco de tenis. Una vez terminado el partido de Capdeville y Saavedra, otro niño chileno que promete, fuimos a tratar de comprar algo para comer, no sin antes hacer filas enormes y largas esperas.
Increíble, el Feña jugó tan bien, que su “contendor” no le duró ni una hora.
Pero lejos, lo más increible…una cola interminable nos esperaba afuera para poder subirnos a las micros de acercamiento y volver a los estacionamientos. Gente en la calzada, micros llenas, un caos, si no hay un accidente es porque a Dios también le gusta el Tenis. Ahí veníamos, pasada la media noche con el auto, mis pies, mi ropa, todo, pasado a tierra, ahí estábamos, pagando el peaje a la salida de Chicureo con la sensación de que vinimos a ver al Feña, a apoyar al Tenis Chileno…. qué amargo… ¡!!
Qué lejos estamos de amar el tenis así como lo ama Roger, el mejor el más grande, y peor aún, qué lejos estamos de Roger Federer y de la idea de poder tener a uno de los grandes acá en mi querido país, uno que en verdad le colleree a nuestro Fernando González.
Francis Punoz
francisp@copaper.cl
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